Pero sobre todo resiste y lo hace con tal intensidad que te estremece, con tanta dignidad, que te conmueve y emociona y eso hace que sientas un profundo y verdadero respeto y admiración por su gente, pero sobre todo un gran amor.
Por Antzine Biain.
Cuando pensamos o hablamos de Palestina, siempre vienen a nuestra mente palabras como: violencia, guerra, muerte, tanques, piedras, bombas, destrucción, dolor y como no: fanatismo, religión, machismo y un largo etc.
Nuestro bien instaurado paternalismo occidental nos impide ver más allá de nuestras narices, como siempre.
Hablando de la mujer en particular he visto velos o pañuelos transparentes en mi propio pueblo mucho más sólidos y difíciles de quitar que la ropa que allí llevan muchas mujeres como símbolo de su propia identidad y hablando de la situación en general veo aquí más vida de la que se pueden siquiera imaginar tener muchas personas que se creen afortunadas en occidente.
Porque Palestina despierta cada día, trabaja, estudia, habla, anda, corre y a veces se cae pero siempre se levanta de nuevo. Nace y muera, canta, ríe y también llora, se enamora…
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