Le dispararon en el cuello por aferrarse a su generador
Yuval Abraham
Harun Abu Aram, cuya casa fue destruida el mes pasado, fue baleado a quemarropa por un soldado mientras intentaba recuperar su generador. Todo para que Israel pudiera apoderarse de su tierra.
El viernes 1° por la tarde, un soldado israelí le disparó en el cuello a quemarropa a un palestino de 26 años llamado Harun Abu Aram, quien está en estado crítico en un hospital de Hebrón en la Cisjordania ocupada. Según el Ministerio de Salud palestino, si responde, es probable que Abu Aram quede paralizado.
La agresión tuvo lugar cerca de la aldea palestina de al-Rakiz, en las colinas del sur de Hebrón. Hace sólo un mes, el ejército vino con excavadoras para demoler cuatro casas en la comunidad; la de Abu Aram fue una de ellas.
Contrariamente a lo que afirma el ejército israelí, los habitantes de Al-Rakiz no son delincuentes. Construyeron sus viviendas en sus tierras, legalmente. El ejército las destruyó porque la ‘Administración Civil’ −el brazo del gobierno militar de Israel que rige la vida cotidiana de 2,8 millones de palestinos/as en Cisjordani− se niega a expedir permisos de construcción a la comunidad. De hecho, la Administración Civil rechaza el 98,7% de las solicitudes de permisos de construcción de la población palestina que vive en las 164 aldeas de la Zona C, que constituye dos tercios de Cisjordania y está bajo pleno control militar y administrativo israelí.
El motivo de esta obstinación burocrática es hacer miserables las vidas de las familias palestinas hasta lograr que se vayan. ¿Por qué? Porque si se van, será más fácil para Israel anexar la tierra en el futuro, sin tener que otorgar a nadie la ciudadanía israelí. Un simple cálculo demográfico.
La Administración Civil rechaza la idea de que se trata de tierras palestinas de propiedad privada, y por lo tanto les impide obtener permisos de construcción y planes de ordenamiento. La Administración sabe que la destrucción de viviendas e infraestructuras hará miserable la vida de la población local y, con el tiempo, la obligará a abandonar sus tierras.
Abu Aram llegó el viernes por la mañana para ayudar a reconstruir una de las casas que habían sido demolidas. Después de unas horas de trabajo al sol, llegó un vehículo con cinco soldados israelíes. Los soldados le dijeron a Abu Aram y a sus amigos que no podían construir allí. Luego se dirigieron al generador, que estaba usando para la construcción, y lo confiscaron. Esas confiscaciones son otro método de coaccionar a los habitantes de la Zona C para que abandonen sus tierras, ya que el ejército regularmente se lleva los depósitos de agua, las herramientas de construcción, los tractores y las chozas de hojalata.
Lo ocurrido el 1° de enero de 2021 en una aldea ubicada en las Colinas del Sur de Hebrón (plena zona C) no fue excepcional, pero constituye un caso emblemático de las políticas despiadadas desplegadas por el régimen colonial israelí contra la población palestina en los territorios ocupados, con el único propósito de hacer su vida intolerable para que se vaya. Por la particular crueldad de este operativo y su trágico resultado, reproduzco el relato testimonial de Yuval Abraham, la entrevista de Yumna Patel al padre de la víctima y el comentario breve y certero de Amjad Iraqi.
Le dispararon en el cuello por aferrarse a su generador
Yuval Abraham
Harun Abu Aram, cuya casa fue destruida el mes pasado, fue baleado a quemarropa por un soldado mientras intentaba recuperar su generador. Todo para que Israel pudiera apoderarse de su tierra.