Queridos amigos, si hay culturas que en mayor grado representan la interculturalidad, la interculturalidad son la hispano y la árabe, es la hispano árabe, porque hay no sólo confluencias ideológicas sino biológicas, no sólo conceptuales sino de enfoques vividos conjuntamente, convividos durante siglos.
Un sabio refrán africano dice que
«Con frecuencia las ramas se pelean cuando las raíces se abrazan». Lo importante son las raíces.
Cada ser humano único, capaz de crear, capaz de pensar, de imaginar, de ser «libre y responsable», como define magistralmente la UNESCO a la educación. Educación que permite actuar en virtud de las propias reflexiones y no al dictado de nadie ni circunscrito por nada. El comportamiento cotidiano es la suprema expresión de cultura. Pautas libremente establecidas, libremente seguidas.
El fanatismo y el dogmatismo son la antítesis de la libertad, de la justicia democráticamente concebida y puesta en práctica en el concurso permanente de todos.
Hasta hace poco, confinados en espacios reducidos donde nacíamos, vivíamos y moríamos, éramos espectadores temerosos, silenciosos, desconocedores de lo que acontecía más allá de unos kilómetros a la redonda.
Hoy tenemos, progresivamente, conciencia global, devenimos ciudadanos del mundo, podemos expresarnos y, sobre todo, la mujer puede, por fin, asumir el papel angular que le corresponde.
El tiempo de la sumisión y del miedo ha concluido y «Nosotros, los pueblos», libres y responsables, tomamos las riendas del destino en nuestras manos.
Se avecina la transición histórica de la fuerza a la palabra, de la cultura de imposición y violencia a la cultura de conciliación y de paz. De súbditos a ciudadanos plenos. Hoy más que nunca el profundo conocimiento recíproco es relevante y urgente por ello tan oportunas estas actividades del Círculo Cultural Hispano Árabe, Árabe Hispano.
A través de mi distinguida colaboradora Ana Barrero, a todos los mejores augurios en el año que comienza.
Cordialmente,
Federico Mayor Zaragoza
15 de enero de 2015