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Khalil Rabah, un artista en la historia viva de Palestina

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Editorial de PALESTINA HOY 20 de febrero 2016  por: ABDO TOUNSI – TUNSOL 

Las noticias: “Casa Árabe muestra Las metáforas de Khalil Rabah sobre el arte palestino / La obra nómada del artista palestino Khalil Rabah hace una parada en la Casa Árabe de Madrid con motivo de ARCO / Casa Árabe se suma al 35 aniversario de ARCO con una muestra del artista palestino Khalil Rabah”

Khalil Rabah que amablemente, y yo diría entusiasmadamente, nos acompañó en un tour por la exposición, dándonos las razones de cada rincón y transmitiéndonos sensaciones que jamás habríamos podido experimentar sin sus afables palabras, que nos sonaban a una alfombra mágica que nos llevaba por las mil y una sensaciones de estar volando sobre la historia, penetrándonos en lo más profundo del ser o no ser de Palestina.

Cuando se es artista, se tiene una visión particular de las cosas, diferente a la que tenemos el resto de los mortales. Khalil Rabah (خليل رباح) es un artista palestino que expone parte de su obra llamada “Proyectos a escala” en Casa Árabe – Madrid y que forma parte de la internacional feria de arte, Arcos, que incluye el Museo Palestino de Historia Natural y de la Humanidad (Palestinian Museum of Natural History and Humankind), Líneas Aéreas de los Estados Unidos de Palestina (United States of Palestine Airlines) y Exposición de Arte (Art Exhibition. Ready Made Representation).

El jueves 18 de febrero tuvo lugar la inauguración de la exposición, con la presencia del artista que acompañó a los visitantes dando explicaciones de su obra, que sin ellas nos quedaríamos solo fascinados por la magnitud y el trazado de sus pinceles en unos cuadros grandes con efectos que parecen espejos dentro de otros espejos que reflejan cuadros del artista, pero no es así ni mucho menos, detrás de cada cuadro había una razón de ser, una exposición y un sitio… la razón es sencilla explica Rabah, “es que había que documentar las múltiples exposiciones de artistas palestinos en formato de cuadros”, es decir, cuando miras un cuadro y ves muchos más dentro del mismo y a la vez personas que están viendo los cuadros, estás situándote en una exposición ya celebrada y un cuadro ya realizado.

Todo un documento histórico en formato de cuadro pintado o mejor dicho pintados, porque son varios en uno. Magnífica idea de documentar lo que solo las hemerotecas pueden tener en fotos o artículos sobre una exposición, pero la ventaja que representa el artista sobre esa forma tradicional de archivar, es que él las pinta en cuadros gigantes para ser contempladas en exposición tras exposición, una sobrepuesta a la otra expuesta; cada vez que se celebra una, esta representa la otra con nuevos cuadros de la historia viva de Palestina. En esa explicación añade el artista dirigiéndose a nosotros, que en el próximo cuadro nosotros mismos seremos protagonistas de algún cuadro recordando esta exposición de la Casa Árabe-Madrid, “Risas… vamos a ser inmortalizados”.

Khalil Rabah que amablemente, y yo diría entusiasmadamente, nos acompañó en un tour por la exposición, dándonos las razones de cada rincón y transmitiéndonos sensaciones que jamás habríamos podido experimentar sin sus afables palabras, que nos sonaban a una alfombra mágica que nos llevaba por las mil y una sensaciones de estar volando sobre la historia, penetrándonos en lo más profundo del ser o no ser de Palestina.

En tour por la exposición o mejor dicho en este viaje de una fantasía metafórica envuelta en una realidad, te recreas en lo que es el ser humano y las visiones de un artista que te mira por detrás de un cristal espejo, pero que tú a él no le ves, él te observa y ve una división que no vemos y te agrupa en una visión más cercana a la realidad que vivimos o sentimos. Llegados al rincón de una realidad-fantasía en fotografía, te encuentras ante una gigante fotografía de un local de una agencia de viaje con un rótulo que dice: “Líneas Aéreas de los Estados Unidos de Palestina”. ¿Esto qué es? ¿Dónde está y qué compañía es esta?, varias preguntas invaden tu cabeza haciendo que tus neuronas se pierdan entre una realidad de una fotografía y una fantasía teatral. Entonces oyes las palabras del palestino soñador Rabah, diciendo: “este local es en la calle de Al-Hambra en Beirut, una de las calles más modernas de la ciudad”. Esta explicación aumenta más aun tu asombro e insistes; ¿Cómo y por qué?, al tiempo que sigue la narración de la historia. Según el artista, el local fue alquilado junto a un autobús de viajeros con la misma titulación (se ve en una fotografía espejo) y dejando que parezca lo más real posible, ¡vaya que lo es!. El local tiene dentro, una maqueta de un avión de pasajeros, con escritura que parece sacada de las escrituras primitivas del ser humano: dibujos, símbolos, que Rabah cuenta que son tomados de varios iconos de muchas compañías aéreas del mundo, queriendo presentar que Palestina es la puerta al mundo y viceversa. Bueno, entonces es un simbolismo que habrá dejado a los transeúntes de la calla de Al-Hambra asombrados y con preguntas sin respuesta o con ellas, como la que recibió un hombre que paseaba con un muchacho de la mano, siendo palestino, el hombre no tuvo más remedio que satisfacer su curiosidad, según cuenta Khalil Rabah el hombre se le acercó y le preguntó: ¿con esta compañía aérea se puede viajar a Palestina? Entonces Rabah le responde que de eso se trata que soñemos que podemos viajar a Palestina como anhelo, como objetivo, como reivindicación de un derecho y que Palestina nos une. Antes de seguir Rabah en el relato, nos dice: “lo que os voy a contar a continuación, todavía y a pesar de contarlo muchas veces, me pone los pelos de punta”. Bueno, de la conversación con el transeúnte, el muchacho se había quedado con la copla de poder viajar a Palestina, entonces se suelta de la mano del padre y entra al local e intenta montar en la maqueta del avión, “alarmado” dice Rabahentro para disuadirle, porque la puede romper, pero con la respuesta del muchacho me quedé casi paralizado, cuando me mira y me dice: quiero ir a Palestina

Aquí no se termina el fascinante y emocionante tour por la exposición, porque y con más entusiasmo si cabe el artista nos indica que hay que pasar a la otra sala donde están los museos. ¿Museos?, me preguntaba, bueno, a ver con qué nos va a sorprender, y tanto que con solo tres espacios y unas letras gigantes en las paredes el palestino de gran imaginación y ánimo de narrador, nos conduce a un rincón donde a simple vista ves una maceta con cinco ramos de olivos como si de árboles se tratara. En la pared una fotografía de un jardín con unos olivos delgaduchos. Me apresuro comentando: “estos olivos representan Palestina”, él con su voz temblorosa de emoción me dice que aguarde hasta que cuente la historia de estos olivos. Rabah, dice: “mirad la foto, es una foto de una exposición internacional que se hizo en la sede de la ONU en Ginebra, a ella me invitaron para exponer, entonces viendo el jardín se me ha ocurrido plantar olivos como símbolo de paz. Hasta allí bien, se hizo la exposición y los olivos seguían como era de esperar, al cabo de 12 años me llaman y me dicen que los quieren retirar por una orden interna que alude a que era un símbolo nacional de un país; Palestina. Me presento y reivindico el derecho a que estos olivos sigan en su sitio, alegando que llevan el tiempo que manda la ley para nacionalizarse y que han sido buenos en beneficio de la comunidad y la naturaleza”. Algo surrealista pero también es una respuesta lógica a lo absurdo de ir contra cinco olivos. El artista prosigue narrando: “Me dicen que esto no está contemplado en las leyes, entonces, les pongo en un aprieto más surrealista y les digo: si no les concedéis la nacionalidad, entonces que retornen a Palestina acorde a las leyes internacionales y la resolución de la ONU en referencia al derecho del RETORNO de los refugiados palestinos…”. Risas y asombro entre el grupo por la máxima de la imaginación del artista, y no solo en su expresión artística, sino también en su capacidad de atraer el problema de su pueblo a un terreno que dejaría a los funcionarios sumergidos en una desconcentración, entre lo surrealista y lo real de la causa palestina. 

En otro espacio hubo más que contar pero el tiempo apremia y había que ir más deprisa, entonces quedamos con una resumida explicación de una alberca con peces, rodeada de una verja que simbolizaba la zona pequeña que le quedaba al palestino en su propia tierra.

Nos despedimos y quedamos encantados de haber escuchado esta narración tan interesante de un ser excepcional.