Dr. Adel Ben Othman

Resumen:

Tras la revolución de 2011 en Túnez, se hicieron esfuerzos para adoptar un sistema electoral conforme con las democracias más avanzadas, con el fin de garantizar la representatividad popular más amplia. El propósito era que ningún partido pueda tener la mayoría absoluta, perdurarse en el gobierno o dominar en solitario la escena política y apoderarse de las grandes decisiones del Estado en una primera etapa de la transición para la democracia y con un proyecto de  mejorarlo más adelante.  Este sistema que creó un interesante mosaico de representatividad, pero, no tardó en generar una inestabilidad permanente y unos continuas luchas internas y de intereses en los partidos y en el parlamento y produjo un Estado con tres poderes que han pasado a ser antagónicos y ralentizadores del proceso de cambio y desarrollo, hasta la creación de un estado de crisis económica y social.

Palabras clave: sistema electoral, representatividad proporcional, democracia, crisis gubernamental, inestabilidad.

Algunos de los principales objetivos del sistema electoral actual de Túnez, eran la desintitucionalización del sistema del antiguo régimen, asegurar la máxima participación de los partidos y de las listas independientes en los comicios, garantizando así el pluralismo y la equidad y restableciendo la confianza en los políticos; los representantes del pueblo y las instituciones del Estado. Entre los propósitos de la ley orgánica electoral era producir un sistema político que garantice la estabilidad[1].  Era una cuestión de volver a darle a la república sus valores, restablecer el respeto de las instituciones, del individuo y sus derechos y redactar una nueva Construcción de una democracia representativa que encarne las principales exigencias de libertad y dignidad de todo el pueblo.

En la práctica y en la escena real se han efectuado en 2014 unas elecciones que han reflejado la transparencia de los comicios; algo que ha sido confirmado por todos los observadores. A la vez la voluntad popular se ha empezado a plasmar, dado que se ha puesto en marcha el sistema electoral desconectado del antiguo régimen, en el que el ministerio del interior diseñaba y monopolizaba la política electoral. En la actualidad reina el consenso -aunque frágil- entre los partidos, las distintas sensibilidades políticas, las instituciones y las organizaciones no gubernamentales. Y entre 2011 y 2014 se han realizado ajustes de la política electoral con el fin de garantizar criterios de integridad electoral y que esté al nivel de los procesos electorales de los países más avanzados en la práctica democrática, teniendo por puntos de mira la equidad, la imparcialidad y el respeto al pluralismo. Según lo que viene en el artículo “Política electoral transicional en Túnez (2011-2014): desinstitucionalización del autoritarismo y aprendizaje democrático” de la profesora de ciencias políticas de la Universidad de Granada Guadalupe Martínez Fuentes:

Primero es la existencia de un punto de ruptura institucional entre el régimen anterior y el nuevo régimen en construcción en materia de diseño de política electoral […]

La segunda constatación [es que] esta responde a discontinuidades observables en el entramado institucional ideado para preparar las elecciones de 2011 y los comicios de 2014 […] En la segunda [fase de preparativos para las elecciones de 2014] —desarrollada a lo largo de la legislatura constituyente— se descubre una esforzada y meditada labor de construcción de una nueva maquinaria electoral, ya con vocación de estabilización y desarrollo institucional registrada en la nueva constitución del país.[2]

Según Guadalupe Martínez Fuentes, en lo relativo a la política electoral transicional y sus dos etapas de desarrollo; en la segunda fase electoral de 2014 se han reunido con claridad los criterios de estabilidad, equidad e imparcialidad que son imprescindibles en tanto que variables de pluralismo e universalidad y dice:

El tercer descubrimiento es que algunos de los dilemas de ajuste de la política electoral transicional a criterios de integridad electoral fueron resueltos idénticamente en la primera [2011] y la segunda etapa de desarrollo del proceso electoral transicional. Dicha coincidencia se manifiesta en la estabilidad de ciertas pautas de las variables universalidad, equidad e imparcialidad, así como en todas las de la variable del pluralismo.[3]

La búsqueda de un sistema democrático que plasma los derechos y los institucionaliza, a la vez que consolida los procesos de las elecciones y los arropa con transparencia y representatividad, no dejaba lugar a duda que el poder ejecutivo está neutralizado en el proceso electoral. Con esto, se ha tenido en cuenta la obligación de respetar una cuota de género en las listas electorales; así, se han regulado los comportamientos permitidos a los partidos políticos y ha tomado en consideración la fórmula de conversión de los votos en escaños parlamentarios asegurando la máxima representación popular y evitando que un partido mayoritario domine el parlamento o la escena política[4]. Concretamente, cualquier circunscripción de un gran número de habitantes tan solo puede alcanzar 10 escaños y, se prima con uno o dos diputados, según unos cálculos específicos, a las circunscripciones menos habitadas, que en la realidad y en el terreno corresponden a las zonas más pobres del país. De este modo se neutraliza el poder de intervención del ejecutivo en el proceso electoral y se responsabiliza de las elecciones la Instancia Superior Independiente para las elecciones.  Y esto es lo que se confirma en la investigación de Antonio Magdaleno Alegría de la Universidad de Cantabria en su artículo “Los sistemas electorales en los procesos de transición derivados de las primaveras árabes. Una comparación entre Túnez, Libia y Egipto.”[5] También es lo que considera Guadalupe Martínez Fuentes como medidas para no poner en peligro la democracia:

Se han mantenido constantes los criterios de limitación del derecho de sufragio activo, la cuota de género introducida en las listas electorales, la lógica de legalización y regulación del comportamiento de partidos, la fórmula de conversión de votos en escaños parlamentarios, el criterio de participación en el reparto de los mismos y las medidas políticas destinadas a neutralizar el papel del poder ejecutivo en el proceso electoral.[6]

Y para que el proceso sea creíble para los ciudadanos tunecinos; se han realizado varios estudios y consultas internas y externas, así como exposiciones en las distintas provincias e instituciones a lo largo del país [sobre todo en el caso de los preparativos para las del 2014], teniendo en cuenta estándares internacionales de integridad electoral. En cuanto a la negación del derecho al voto de los militares y las fuerzas de seguridad, ha sido un tema de debate dos años más tarde de las elecciones generales y obtuvieron su derecho al voto. En lo relativo a la necesidad de demitir los miembros del Gobierno para poder entrar en de la competición electoral, se pudo ponerlo en práctica muy a duras penas en la de 2014 y en 2019 casi tres meses antes de su celebración, bajo incesantes presiones locales y seguramente internacionales. Es lo que ha retomado la prensa hispana y la misma autora al referirse a las buenas soluciones electorales, la integridad y los principios universales de imparcialidad:

La cuarta evidencia hallada es que la persistencia de estas soluciones electorales entraña en la inmensa mayoría de los casos un efectivo ajuste de la política electoral transicional a estándares internacionales de integridad electoral. Las dos únicas excepciones conciernen a los principios de universalidad e imparcialidad y atañen respectivamente a la negación del derecho de voto de militares y fuerzas de seguridad del Estado y a la autoexclusión del Gobierno respecto a la competición electoral.”[7]

La búsqueda de la realización de unas elecciones transparentes con la máxima participación ciudadana y con plenos derechos respetando las variables universalidad, equidad e imparcialidad era seria y caracterizaba el periodo aunque no sin dificultades. El avance del sistema electoral y su mejora en el 2014 con respecto a las elecciones de 2011 se resume en la limitación del derecho de sufragio pasivo que en las primeras elecciones prohibía a todos los que tuvieron relación con los gobiernos anteriores a presentarse a elecciones; esto representó la exclusión de una parte de la clase política anterior que era eficaz y productora sin estar tachada de ningún tipo de agresión a los derechos humanos o de corrupción. La promoción política de la juventud tunecina que se venía reclamando hace tiempo y los jóvenes que consideran que sus gobernadores son de la escuela de la vieja guardia o no capaces de entender sus necesidades y exigencias, ha hecho que se pasara a una categoría superior en el modo de organizar las elecciones y la capacitación de una administración electoral independiente. Esto en sí es una ruptura con las antiguas prácticas y con la manera de la se desarrollaban las elecciones según Guadalupe Martínez Fuentes:

El quinto aspecto reseñable concierne a los elementos de cambio en la discusión y la resolución de dilemas asociados a otras dimensiones de las variables universalidad, equidad e imparcialidad. Las únicas diferencias manifiestas entre 2011 y 2014 se refieren a la limitación del derecho de sufragio pasivo, la promoción política de la juventud tunecina y la capacitación de una administración electoral independiente.[8]

Las normativas electorales tunecinas han pasado a ser contra la exclusión y se han abierto las puertas a toda clase de personas que quieren participar en la vida política sin exclusión, Esto fue después de largos debates y de intentos de varias componentes de la clase política, incluidos los islamistas, que querían cortar el camino a pertenecientes al régimen anterior y a algunos partidos existentes antes de la revolución. Efectivamente, esto intentaron y se alargó el debate para que al final tomaran la delantera los sensatos progresistas y se resolviera este problema de la exclusión.  Por fin todos los partidos, curiosamente los islamistas también, incluyeron en sus listas a algunos personajes afines al antiguo régimen, que se habían reciclado entrando en una fase de conciliación y a una escala democrática avanzada.  Y, aunque se puede hablar del fortalecimiento de la Instancia Suprema de las Elecciones o de una política electoral íntegra y digna de un nivel democrático y de estándares internacionales, que rompe con el pensamiento político autoritario; las carencias siguen existentes. Con nueve años cumplidos de transición no hay una democracia plena, ni se ha terminado de consolidar, sino que, se está en un proceso de aprendizaje muy lento para todos y con varios riesgos. Respecto a la situación del avance de la democracia en Túnez, Guadalupe Martínez Fuentes, positiva y optimista en su análisis, dice:

El sexto aspecto de relieve es que estas tres últimas variaciones han conseguido mejorar el último estadio de desarrollo de la normativa electoral tunecina en términos de garantía de inclusión, regeneración y limpieza electoral. La restauración del derecho de sufragio pasivo de responsables y afines al régimen anterior universaliza y pluraliza la contienda electoral a un nivel muy superior al registrado en los comicios posrrevolucionarios de otros países de la región y a escala equivalente a la de democracias ya avanzadas. Así mismo, la solución legal de refuerzo de presencia de jóvenes en las listas electorales demuestra el arraigo de una nueva cultura política que persigue implicar institucionalmente a la juventud del país en el proceso de construcción del nuevo régimen. La constitucionalización, el fortalecimiento competencial y la nueva capacidad relacional de la ISIE igualmente elevan las garantías de integridad de futuras elecciones.

Por otro lado, desde el exterior, se confía en el proceso democratizador del país, en una nueva cultura política y una Constitución unificadora que garantiza y fortalece  la transparencia de las elecciones. Y como dice el investigador del CSIC Luis Mellán Rodríguez a propósito del importante consenso alrededor de esta nueva Constitución; y que, a pesar de todos sus logros tiene muchos puntos de controversia. Con todo, ha podido unir a la mayoría de los tunecinos en unos momentos claves, sin por lo tanto acabar con los desacuerdos. Su éxito se resume en su consenso pluralista:

Tras grandes obstáculos, finalmente el 26 de enero de 2014 se promulga la nueva constitución tunecina fruto del trabajo de consenso elaborado en el seno de la Asamblea Constituyente tunecina conformada tras las elecciones de 2011. Se trata, pues, esencialmente de una constitución de consenso, con la que los tunecinos están de acuerdo incluso cuando están en un profundo desacuerdo en relación al papel de la religión, en una suerte de consenso pluralista.[9]

Aunque es cierto que  el sistema electoral tunecino de representatividad proporcional recoge también los últimos porcentajes de los más grandes restos para dar el mayor abanico de colores en el parlamento, entre partidos, movimientos y listas independientes parece un gran ejemplo de la democracia;  pero también corta el camino a la verdadera representación de la mayoría y abre paso a unas interminables coaliciones y formaciones que se hacen y se deshacen en un juego de interminables intereses y una aglomeración de grupos guiados por la utilidad del voto para unos proyectos y decisiones que no son necesariamente para el provecho del país o de la población.

En todo caso, es el mosaico de partidos e ideologías que salvó la Constitución cuando se estaba elaborando para que no saliera impregnada por la ortodoxia religiosa del partido islamista con representación mayoritaria en la Constituyente, representando la tercera parte de los votantes.

En cierta medida, el hecho de haber llegado a aprobar la Constitución de 2014 fue toda una proeza. Se alargó innecesariamente su redacción. Se hicieron unas largas consultas en el interior a todo tipo de expertos, especialistas y comisiones de reflexión en Túnez y en el exterior, apoyándose en las más antiguas y sólidas y acertadas democracias. También se ha invitado y acogido a una serie importante de líderes y altos cargos políticos con inmensa experiencia democrática. Con todo, en el interior de la Asamblea Constituyente el ambiente era muy tenso durante los dos años de su redacción, por intentar aprovechar los islamistas de su mayoría y de algunos de sus aliados para introducir a toda costa referencias, artículos o leyes relativas a la Chariaa y las tradiciones islámicas, mientras la oposición progresista fragmentada luchaba por un cambio hacia mayores grados de modernismo. Su propósito era cortar definitivamente con lo que da lugar a cualquier autoritarismo y no darle pie a que los islamistas sacaran provecho de los votos que han tenido de un pueblo aún con mucha tradición religiosa y que en un primer momento creó en sus bonitas promesas. Y, efectivamente los islamistas introdujeron artículos relacionados con la religión en una nueva Constitución progresista, para que en el momento propicio puedan ponerlos en la escena e imponer su cultura y para poner en jaque al avance progresista. En este contexto de la elaboración de esta Constitución, los distintos partidos, de distintas ideologías acabaron haciéndose concesiones unos a otros para terminar su redacción y hacer que llegase a ser como una versión mejorada y más avanzada que la de 1959, que, por su parte también, fue la mejor de todo el mundo árabe y la única que puso en práctica la igualdad de género, la educación pública y obligatoria etc. Mientras la nueva ahondaba más en los derechos, en lo relativo a la libertad del culto, de conciencia, la paridad entre hombres y mujeres y un sistema político descentralizado, haciendo a la vez que el poder no resida en una determinada institución o persona. Un sistema que no tardó en mostrar sus defectos, como se explicará más adelante y cuyos representantes le sacaron el peor provecho.

Uno de los logros de la ley electoral tunecina es lo que retoma Iván Martín, periodista especializado en el Magreb, en lo relativo a la paridad entre hombre y mujer que viene a ser confirmado por un artículo de la BBC Mundo, aunque también hace una extraordinaria descripción de la situación de la mujer en el país y hace referencias a los aspectos de desigualdad, a los defectos de la Nueva Constitución en esta materia y los distintos problemas sociales y culturales que aún arrastra la sociedad y soporta la mujer tunecina. He aquí una cita de lo que viene en este artículo del 17 de enero de 2017: 

«Muchos países no tienen mujeres en el Parlamento, pero la Ley Electoral en Túnez establece que las mujeres deben ocupar el 50% de las candidaturas de los partidos. Eso es impresionante y es algo que no ocurre, por ejemplo, en Reino Unido», dijo Henrietta Moore, directora del Instituto para la Prosperidad Global del University College de Londres… Henrietta Moore considera que en Túnez, como en el resto del mundo, lo que ha hecho la diferencia en esta materia han sido la educación y las leyes, lo que no evita el conflicto que surge del derecho que algunos hombres creen tener sobre la mujeres, sobre todo sobre las que dependen de ellos como sus esposas o sus hijas.[10]

En todos los casos el régimen parlamentario tunecino con la representación proporcional que recoge los más grandes restos,  genera una realidad política fragmentada y es lo que han demostrado las tres legislaturas desde el 2011 hasta la actual de 2019, cuando el partido mayoritario tarda en formar gobierno, lo logra y sale muy débil o ni siquiera consigue formarlo. Primero ningún partido puede tener mayoría absoluta para gobernar –ningún partido según el sistema puede tener el 50% de los escaños- y segundo hasta los ganadores se ven obligados a aliarse con sus contrincantes y opositores sacrificando sus promesas electorales y principios. Entonces, se ha producido exactamente lo contrario de lo que se esperaba del sistema, máxima participación y representación ciudadana tras los comicios y estabilidad. Y en este caso, se ha dado lo contrario a lo que preveían algunos investigadores como Iván Martín del Centro de Estudios y Documentos Internacionales de Barcelona, conocedor de la vida política tunecina, que en su siguiente cita, suponía que tras ganar mayoritariamente el partido del ex presidente Caid Essebsi en 2015, gobernar iba a ser posible por haber tenido su partido 86 de los 217 diputados y por la existencia de un bloque laico mayoritario en el parlamento. Pues, precisamente, su propio partido se desintegró, perdió la mayoría y la estabilidad parlamentaria y la del gobierno, y hasta tuvo que aliarse con sus contrincantes los islamistas en busca de una mayoría. Su primer ministro no electo le abandonó,[11] hasta se fue a crear su propio partido al final de la legislatura. Y se quedó el presidente electo por más de la mitad del conjunto de los electores aislado con sus poderes limitados:

A principios de 2015 […] la inestabilidad anunciada por muchos analistas como consecuencia, por un lado, de un régimen parlamentario con representación proporcional y por consiguiente proclive a la fragmentación política y, por otro, de una presidencia sin demasiados poderes no se producirá durante esta legislatura. Nida Tunis dispondrá prácticamente de todos los resortes del poder: 86 de los 217 diputados con diversas opciones para formar la mayoría necesaria de 109 diputados, y probablemente también la Presidencia de la República. Además, contra todo pronóstico habrá un bloque mayoritario laico claro en el Parlamento.[12]

Efectivamente, en un país donde cada uno respeta sus responsabilidades, aplica la ley y respeta los derechos de los ciudadanos, los representantes del pueblo son más bien una garantía para la democracia y no una parte del problema de un sistema político. En nuestro caso, aunque hay suficientes fuerzas progresistas, pero con sus luchas internas por el poder, el liderazgo y los intereses, se están quedando completamente ciegos ante los problemas del país. Aunque las elecciones legislativas han castigado de una manera inequívoca a todos los partidos, los nuevos electos, salvo raras excepciones, no hicieron caso al mensaje del pueblo y volvieron a dar la espalda a los problemas reales del país. Por eso, el bloque islamista, con un poder material increíble y una perfecta organización, comprendió exactamente las ambiciones de todos, perfeccionó un mecanismo de captar y neutralizar a muchos de sus opositores hasta convertirlos en aliados declarados o secretos.  Y es lo que ocurrió desde las elecciones de 2011 hasta las de 2019, estando ellos en el poder como primera o segunda fuerza. Captar aliados incluso entre a sus peores contrincantes, con todos los medios y las técnicas. Es la lección que no aprendió el partido Nida-Tounes –ni siquiera teniendo en su cabeza al veterano de la política Béji kaid Essebsi- ganador de las elecciones de 2015 contra los islamistas y compuesto de varias tendencias progresistas no homogéneas. En un acto político que da lugar a muchas interpretaciones; una de ellas era salvar el país de posibles enfrentamientos desastrosos para todos, se asoció con el bando opuesto, él de los islamistas. Fue algo que la mayor parte de la población ni le perdonó al que fue su presidente, ni al partido que terminó desmembrándose. Lo peor de todo, es que los islamistas, siendo la segunda fuerza en el parlamento pasaron a ser los tejedores de la política del Estado.

Así, con el sistema electoral actual y sus resultados en el parlamento, han generado un gobierno tricéfalo en el que nadie puede planificar nada de principio a fin, ni tomar decisiones atrevidas, ni ponerlas en práctica, y tampoco gobernar realmente, responsabilizándose cada por sus políticas.  El resultado es; un parlamento independiente, un ejecutivo sometido a la voluntad del parlamento y un presidente con prerrogativas limitadas y que puede ser aliado o contrincante del jefe del gobierno. Y en este caso, el gobierno va en busca de aliados en el parlamento a diestra y siniestra, y llega a tener mayoría permanentemente, pero inestable por la movilidad de los parlamentarios entre los partidos, por la escisión o el llamado “turismo político”. Así, los gobiernos pasan el tiempo en busca de cómo satisfacer a los distintos parlamentarios y sus formaciones por una serie de interminables intereses.

En este contexto y en la ausencia de una ley que prohíbe a cualquier partido relacionar lo religioso a lo político en cualquier espacio y en falta de aplicación de la ley que prohíbe a sospechosos de corrupción cualquiera presentarse a elecciones, ninguna legislatura podría estabilizar el país y su política. Lo mismo pasa, si no se empieza por protegerse seriamente contra el terrorismo y los que predican el odio, conociendo perfectamente sus orígenes en el interior y el exterior. También se añade en este contexto la urgente obligación de asegurar a lo máximo sus fronteras, sobre todo con Libia, en la que hay guerra y terroristas. Para eso, una muy estrecha colaboración y apoyo, esencialmente con Europa son imprescindibles.

En lo que concierne este tema, el terrorismo encontró en los años de gobierno del partido islamista Ennahda, si no protección, permisibilidad o descuido. A pesar de haber dado la prensa y varios responsables políticos pruebas de ello, nadie pudo llevar el trema a unos dictámenes o veredictos. Y cuando hay políticos sospechosos de tener vínculos con la trama jihadista poco se puede hacer, anque se disponga de una de las mejores policías y paramilitares del mundo.  A propósito de este tema Iván Martín, bien conocedor del país, dice:

[…]La opinión pública tunecina es presa de una gran ansiedad ante el fenómeno del terrorismo y teme ser víctima de la inseguridad de sus vecinos, en especial Libia y Argelia, pero también objetivo de los movimientos jihadistas internacionales que pueden ver en el éxito de la experiencia democrática tunecina, inédita en un país árabe hasta ahora, una amenaza para su proyecto islamista global.[13]

Para terminar, señalamos que el estado de retroceso es evidente y el estrepitoso fracaso en el que se encuentra Túnez desde 2011 es sobradamente comprobado en todos los indicadores macro y microeconómicos. Sólo excluimos la libertad de prensa y de expresión, que más o menos se defienden apoyados por la sociedad civil. Esta situación es en parte debida a lo que ha generado nuestro sistema electoral. Un parlamento multicolor con representaciones democráticas, sí, pero con casi insignificante número de votos para muchos parlamentarios y de una representatividad extremadamente floja y limitada. Así, se está quedando el parlamento como un lugar donde el trabajo permanente es buscar coaliciones y para fines momentáneos o de intereses y clientelismo, pero no precisamente de lucha por principios y programas. Todo está dando un resultado de una continua inestabilidad para cualquier gobierno, que no deja de hacerse y deshacerse y buscar satisfacer a los que le han apoyado. Además, esta inevitable y obligada fragmentación del parlamento, ha estado dando un equipo gubernamental de todo tipo de colores, cuyos componentes son poco sometidos a las directrices y planes del jefe del ejecutivo. Por añadidura, un presidente de la república salido de un determinado partido o presentado como independiente puede entrar en cualquier momento en conflicto, desacuerdo o enfrentamiento con el presidente del gobierno por razones de orden ideológico, político o de programas a ejecutar. Y, son cosas que han ido sucediendo en nuestro país, hasta perder la confianza en la clase política y considerar una parte del pueblo que la actividad política ha pasado a ser un negocio para lucrarse.  

 Todo esto ha generado en un verdadero desvío de los objetivos de la sublevación contra el régimen anterior. En ningún momento se ha de olvidar que la revolución tunecina ha estallido principalmente por razones económicas y por el desempleo y esto no lo han podido arreglar ni islamistas ni neoliberales en todos estos años, aunque algunas veces lo han intentado los segundos. Lo que gobierno y sindicatos tienen que hacer ahora, es darle confianza a los inversores y empresarios  con una clara política social y de inversiones. Se hace también imprescindible tener en cuenta la necesidad de dinamizar el desarrollo local y el equilibrio regional. Todo esto, no podría realizarse sin contar con las fuerzas políticas internas no cohesionadas ahora y que deberían obrar a favor del bien común con programas claros. Además, se tiene que encontrar imprescindiblemente un equilibrio entre las fuerzas sindicales, la patronal, las grandes instituciones y organizaciones promotoras de la democracia y promovedoras de las inversiones. Del mismo modo que es necesario estrechar la colaboración con la Unión Europea y las instituciones financieras internacionales. Y en lo que concierne esta situación, Iván Martín nos presenta los siguientes datos hablando de la legislatura anterior:

La economía. El desempleo sigue siendo la lacra que gangrena no sólo el tejido social y las perspectivas vitales de toda una generación (con un 31% de desempleo de licenciados, más de tres cuartas partes de las mujeres en edad de trabajar están sin empleo y hay un 18% de jóvenes entre 19 y 25 años que ni estudian ni trabajan, según una encuesta oficial que seguramente subestima el fenómeno). Sin embargo, la ideología neoliberal de Nida Tunis, aunque puede atraer a inversores y grupos empresariales, no parece la más acorde para hacer frente a esos desafíos, que requerirán una decidida política de Estado en materia de inversiones y política social en particular. […] El apoyo que pueda recibir el país del exterior (la Unión Europea, los países del Consejo de Cooperación del Golfo o las instituciones financieras internacionales) se configura necesariamente como una variable clave de este proceso […] [14]

Dada la situación actual y el país que ya lleva siete meses –desde el julio de 2019- con un gobierno en funciones reducido, no hay más remedio que superar las divisiones creadas por el sistema y los representantes políticos. Incluso si hace falta recurrir otras fuerzas de la sociedad civil, como ocurrió con el cuarteto, el sindicato UGTT, la patronal UTICA, la Liga Tunecina de Derechos Humanos y el Colegio de Abogados para el desbloqueo de la crispación y engranaje político y económico a raíz del fracaso estrepitoso del gobierno de los islamistas en 2013. Fuera de esto, y en el marco de una situación social muy delicada, cualquier desbordamiento o deriva son posibles. Por eso, la agilización de la política de desarrollo debe pasar a ser una prioridad con el fin de atenuar el éxodo rural, la creciente delincuencia, la pobreza, la injusticia, la impunidad, el nepotismo, el tráfico de influencias, la corrupción y otros males del país. 


Bibliografía y Webgrafía

 -BBC Mundo,  “Cómo Túnez se convirtió en el país más feminista del mundo árabe”, Redacción BBC Mundo, 17 enero 2017, consultado el 24 de agosto de 2019 en:

https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-38646934

– Decreto núm. 2011-1088, de 3 de agosto de 2011. Artículo 31 del Decreto-Ley, que concierne La Asamblea Constituyente, los escaños a elegir (217) entre las 33 circunscripciones electorales plurinominales.

-MAGDALENO ALEGRÍA, Antonio, “Los sistemas electorales en los procesos de transición derivados de las primaveras árabes. Una comparación entre Túnez, Libia y Egipto. Revista de estudios políticos. Número 167. Junio 2015. Artículo PDF, en: net/publication/277569185_Los_sistemas_electorales_en_los_procesos_de_transicion_derivados_de_las_primaveras_arabes_Una_comparacion_entre_Tunez_Libia_y_Egipto

-MARTÍNEZ FUENTES Guadalupe (Universidad de Granada), artículo: “Política electoral transicional en Túnez (2011-2014): desinstitucionalización del autoritarismo y aprendizaje democrático”,  en: Revista de Estudios Políticos (nueva época) ISSN-L: 0048-7694, Núm. 169, Madrid, julio-septiembre (2015), páginas del artículo: 235-265., en: http://dx.doi.org/10.18042/cepc/rep.169.08,  en el artículo PDF de internet.

-MARTÍN, Iván, “Túnez Tras Las Elecciones Presidenciales: tres logros, dos incertidumbres y tres retos” Investigador Senior, CIDOB. Opinión, Mediterráneo y Occidente. Centro de Estudios y Documentos internacionales de Barcelona. Núm, 281. Noviembre 2014, en: file:///C:/Users/DELL/Documents/Downloads/281_OPINIO_MEDITERRANEO_CAST.pdf

-MELIÁN RODRÍGUEZ, Luis, “Primavera Árabe y cambio político en Túnez, Egipto y Jordania” revista número 304, publicaciones del Centro de Investigaciones sociológicas, Madrid, 2017. 


[1] Es una ley aparecida en 2011 que fue consolidada por la ley orgánica número 2014-del 16 al 18 de mayo de 2014, relativa a las elecciones y referéndums y modificada y completada por la ley orgánica número 2019-76 del 30 de agosto de 2019 .

[2]  MARTÍNEZ FUENTES, Guadalupe (Universidad de Granada), artículo: “Política electoral transicional en túnez (2011-2014): desinstitucionalización del autoritarismo y aprendizaje democrático”, Transitional electoral politics in Tunisia (2011-2014): deinstitutionalization of authoritarianism and democratic learning, en:  Revista de Estudios Políticos (Nueva Época), Núm. 169, Madrid, julio-septiembre (2015), págs. del artículo: 235-265, extractos de las páginas 259-260 , en: http://dx.doi.org/10.18042/cepc/rep.169.08,  en el artículo PDF de internet, consultado el 3 de junio de 2019.

[3] Ibídem, pág. 259.

[4] “Decreto núm. 2011-1088, de 3 de agosto de 2011. La Asamblea constituyente se compone de 217 escaños a elegir entre 33 circunscripciones electorales plurinominales (20). El art. 31 del Decreto-ley establece que los escaños atribuidos a cada circunscripción electoral se determinan sobre la base de un diputado por cada 60.000 habitantes (21). No obstante, se prevén las siguientes matizaciones (22): — Ningún distrito electoral podrá tener más de 10 escaños. — Se dispone un suplemento de dos escaños para las provincias con menos de 270.000 habitantes. — También se incluye un suplemento de un escaño para las provincias con más de 270.000 habitantes y menos de 500.000 habitantes”, según ANTONIO MAGDALENO ALEGRÍA (Universidad de Cantabria) artículo “Los sistemas electorales en los procesos de transición derivados de las primaveras árabes. una comparación entre Túnez, Libia y Egipto” Electoral systems in transition processes stemming from the Arab springs. A comparison between Tunisia, Libya and Egypt aparecido en: Revista de Estudios Políticos (nueva época) ISSN: 0048-7694, Núm. 167, Madrid, enero-marzo (2015), págs. 59-97, pág. 66. Consultado el 6 de junio de 2019, en:

[5] MAGDALENO ALEGRÍA, Antonio, “Los sistemas electorales en los procesos de transición derivados de las primaveras árabes. Una comparación entre Túnez, Libia y Egipto. Revista de estudios políticos. Número 167. Junio 2015. Artículo PDF, consultado el 9 de febrero de 2010, en: net/publication/277569185_Los_sistemas_electorales_en_los_procesos_de_transicion_derivados_de_las_primaveras_arabes_Una_comparacion_entre_Tunez_Libia_y_Egipto

[6]  MARTÍNEZ FUENTES Guadalupe,  “Política electoral transicional en Túnez (2011-2014)”, ob., cit. 260.

[7] Ibídem, pág.  260.

[8] MARTÍNEZ FUENTES, Guadalupe, artículo: “Política electoral transicional en Túnez (2011-2014)”, ob., cit. Pág. 262.

[9] MELIÁN RODRÍGUEZ, Luis, “Primavera Árabe y cambio político en Túnez, Egipto y Jordania” revista número 304, publicaciones del Centro de Investigaciones sociológicas, Madrid 2017. Pág. 79.

[10] BBC Mundo (Redacción), “Cómo Túnez se convirtió en el país más feminista del mundo árabe”, 17 enero 2017, consultado el 24 de agosto de 2019 en: https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-38646934

[11] El primer ministro, que es el jefe del gobierno, normalmente es elegido por el partido que tiene la mayoría en el parlamento, pero también puede ser un tecnócrata independiente u otra persona elegida por consenso entre una o varias coaliciones políticas. Él se encarga de formar su equipo de gobierno. Su investidura o rechazo se someten a los votos del parlamento. Si no es aceptado después de haber dispuesto de dos meses para formar gobierno, el presidente se encarga en el plazo de 10 días de designar a otro que dispone de un mes para formar gobierno y someterse al voto de confianza del parlamento. Si no se da el caso, el presidente tiene derecho a disolver el parlamento y se hacen nuevas elecciones. 

[12]MARTÍN, Iván, “Túnez Tras Las Elecciones Presidenciales: tres logros, dos incertidumbres y tres retos” Investigador Senior, CIDOB. Opinión, Mediterráneo y Occidente. Centro de Estudios y Documentos internacionales de Barcelona. Núm,. 281. Noviembre 2014, en: file:///C:/Users/DELL/Documents/Downloads/281_OPINIO_MEDITERRANEO_CAST.pdf

[13] Iván Martín, Ob., cit. Páginas 2 y 3 en el artículo.

[14] MARTÍN, Iván, Ob., cit. Páginas 2 y 3.


El autor

Adel Ben Othman, nacido en Sousse (Túnez) el 04 de enero de 1964, es profesor titular habilitado de historia y civilización española y latinoamericana en el Instituto Superior de lenguas de Túnez (Universidad de Cartago). Ha presentado y publicado varios trabajos sobre los temas de la mujer magrebí en los siglos XIX y XX, islam e islamismo en el norte de África, esclavitud, economía y colonialismo en las Antillas, España e Iberoamérica en el siglo XIX, pérdidas de España tras la expulsión de los moriscos, la transición democrática en Túnez tras la revolución de 2011, el panorama nacional, internacional y antillano en los tiempos de la Restauración española, España en el contexto europeo e internacional  en el último tercio del siglo XIX, España en la segunda mitad del siglo XIX: Sus relaciones internacionales y con las Antillas, pérdidas de España tras la expulsión de los moriscos, didáctica de la enseñanza de la historia y la civilización y otros. En 2015 publicó un libro titulado: Ultramar en la política española, Cuba y Puerto Rico: 1863-1898. Fue miembro del Seminario Iberoamericano de Descubrimientos y Cartografía en España. Es vicepresidente de la Asociación Tunecina de Hispanistas y miembro de la Junta directiva de la Asociación de Hispanistas Árabes.