No hubo tambores de guerra… ni aviso de bombardeos, pero si los llantos de niños que llegaron hasta todos los rincones del mundo. Tan fuertes que podían ensordecer. Pudieron llegar a los corazones de millones de personas que sienten la desesperación de sus dueños. Pero al mismo tiempo no pudieron atravesar la acorazada de quienes gobiernan el mundo, ni los oyeron, porque les hicieron oídos sordos, mirando donde el sionismo les dirigía.
Más tarde los llantos se apagaron y en su lugar se escuchaban llantos de mayores… es que las niñas y los niños ya se habían muerto.
Desde la distancia quise oírles para creer en un mundo que les había protegido. No hubo forma, entonces supe que la muerte calla llantos y reaviva otros. Me fui preguntando si en las casas lejanas de Gaza, había llantos por la muerte de los niños de esa tierra sitiada… y los escuché hasta llegar a una casa enorme con una torre muy alta de oficinas, leí el rótulo de su fachada que decía «organismos internacionales defensores de la infancia». Entonces me dije «seguro que aquí habrá en esta jaula de cristal la respuesta a mí pregunta».
Entré y de sala en sala pasé, pero no encontré a nadie, seguí abriendo puertas.. sin éxito en verme con nadie.
De lejos me apareció la silueta de una persona, me fui corriendo hacia ella. De espaldas a mí no pude verle la cara, pero sí oír su respiración profunda, era una mujer que cogía papeles del suelo, las leía y después las echaba en un saco.
Señora… por favor señora ¿me podría indicar dónde está la gente?
La señora se da la vuelta y con unos ojos muy rojos de haber llorado mucho y entre respiro y otro me dice:
No hay nadie aquí, todos huyeron como ratas abandonando el barco.
¿Por qué? Le pregunté
Entonces me da uno de los papeles que recogía del suelo y me invita a leerlo.
En el encabezado ponía: Gaza, y el contenido rezaba:
15 niños y niñas de Gaza han sido asesinados por el ejército de Israel.
Firmado por «mamás de Gaza».

¿Entonces este es el motivo de su huida?
Afirmando con la cabeza, se vuelve a darme la espalda para recoger más y más papeles de un suelo de mármol desolado que parecía lápidas de un cementerio, donde no hay muertos, pero sí enterramientos de conciencias.
Salí del edificio y hoy me encuentro con los fuertes latidos de corazones apenados que me llegan desde Gaza.
Abdo Tounsi
09 de agosto 2022