Por: Abdo Tounsi

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Siglo tras siglo, gobernantes tras gobernantes, generaciones tras generaciones… así hasta contar cientos de años con decenas de gobernantes, envueltos por el manto de la historia, que quisieron confeccionar a su antojo; aparecieron, leyeron y escribieron sobre los reinos del gran misterio y sacaron la mercancía a un zoco imaginario, creyendo que la venta estaba garantizada… pero fueron azotados por tormentas de arena de un desierto que soñaron que fuera oriental, para acusar a los elementos extranjeros su propio fiasco.   

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Violaron páginas inmaculadas con su tinta de sangre ajena, “muerte al moro” escribieron entre líneas, para terminar acariciando un cielo que creían que estaba ganado. Ríos de tinta para una historia no contada por el protagonista, era fácil navegar entre heroínas y héroes prefabricados a medida de su fanatismo y su rechazo al otro. Cantaron victoria sobre la historia, montaron hogueras y a su alrededor fueron desfilando, mientras alimentaban el fuego de su odio con hojas escritas de derecha a izquierda. Su borrachera de himno de sables para exhibir la cabeza del moro, les duró una eternidad.

Después de la borrachera siempre viene la resaca, y en este caso fue enorme, tanto de eterna como fue la causante. Despertarse de un sueño o pasar la resaca sin que les quede trastornos, les hizo mala jugada cuando la ciencia, esa que sentaron bases a quienes quisieron crucificar y llamar extranjeros, se puso de pie y empezó a contar la realidad de una época con evidencias incuestionables, de un pasado que se veía en cada esquina de la península ibérica, aunque le ignoraban en sus libros de textos o en sus manifestaciones culturales.

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Cada rincón de esta tierra ibérica, hispánica y andalusí respira su pasado de forma natural, está sana y no necesita de asistencia ni de unos ni de otros, ella con cada respiro cuenta su vida, como las de los demás, con alegrías y penas. Pero no por eso se queja o muestra nostalgia, sino simplemente está viva. Las piedras de esta tierra hablan, ellas también tienen su lenguaje, en la superficie o enterradas, narran la historia de un tiempo donde hubo gente ibérica, hispánica y andalusí que les modelaron y las pusieron una encima de la otra, con el fin de construir: casas, palacios, centros de estudios, laboratorios, fábricas, escuelas, bibliotecas, baños públicos, zocos, calles, templos… etc.