Mi más sincero agradecimiento a la Fundación Pájaro Azul representada por su presidenta Inmaculada González-Carbajal García, a la Universidad de Oviedo y en especial al profesor Vicente Enrique Montes, por invitarme y por la magnifica acogida de todos loss ponentes y por supuesto por la labor que llevan acabo en pro de la interculturalidad y la paz. Su pájaro azul siempre estará surcando mis cielos de pensamiento e imaginación para un mundo justo y solidario.

Mi ponencia en las III Jornadas Internacionales de Literaturas Africanas ESPACIOS ÁFRICA. MIGRACIÓN Y COSMOPOLITISMO, basada en mis relatos en mi libro «Alforja vieja»

La ponencia

EL COLONIALISMO EN LA LITERATURA ORAL DEL NORTE DE ÁFRICA

Mis deseos: que nunca un pueblo, tenga que narrar su literatura popular a través de hechos como los que, a lo largo de mi vida, he ido escuchando de mis mayores.

Los relatos que nos han llegado a través de la literatura oral, son testimonios de avatares de la vida, algunos alegres y otros tristes. Los episodios del colonialismo en la literatura oral del Norte de África, merecen sin duda alguna calificarlos de muy tristes.

Como nieto de quienes sufrieron en su propia carne las atrocidades de la ocupación de su país, por una potencia militar que quiso borrarles todo su legado histórico y convertirles a la fuerza en franceses; que posteriormente tuvieron una diáspora forzosa a consecuencia de las matanzas y las persecuciones.

Estos relatos, que han ido pasando de generación en generación para muchas familias, son el hilo que les une con sus raíces. Sus apellidos les delatan, desde pequeños nos preguntábamos por qué tenemos estos apellidos que en su mayoría o son topónimos o suenan del Magreb.

Estas historias han generado una literatura oral de gran envergadura en el quehacer de estas generaciones, puesto que, aunque se integraron en las sociedades de acogida, siguen sintiendo el calvario de sus antepasados.

La mayoría de ellos procedían de las montañas, de la región de la Cabilia “Tizi Ouzou” en particular. A menudo tienen apellidos de familias ferozmente resistentes a la ocupación francesa de Argelia. Muchos pertenecían a las tropas de combatientes que se sublevaron contra la expedición militar francesa en la Cabilia y comandos del jeque Mohammad Al-Moqrani محمد المقراني durante la revuelta de 1871, como Ait Yahia (آيت يحي), Meziane (مزيان), Ait Ahmed (آيت أحمد), Al-Haddad (الحداد) Ouadhi (واضي), Al-Qadi (القاضي) Khlifaoui (خليفاوي) Boudjemaa (بوجمعة) Qasi (قاسي), Ouqacem (أوقاسم) Zalye (ثلجه) Sarhiy(ساريج)  Zarruq (زروق)…

Estos tres últimos son de mi familia, que se asentó en Damasco en un barrio llamado “Sueqa” السويقه conocido como el barrio magrebí. Allí se centraba el grueso de las familias emigradas, donde los relatos de su calvario eran el pan de cada día, al igual que el pueblo palestino del que hoy en día sus bebés maman su tragedia.

Su nueva vida no les hizo olvidar sus raíces y sus familiares que quedaron en Argelia. Sus descendientes aseguran que sus parientes mantienen regularmente contactos con sus familiares en Argelia. Algunas familias continúan hoy en día guardando correspondencia de décadas pasadas con la tierra de sus antepasados. Un número de jóvenes procedentes de estas familias exiliadas, se fueron voluntarios para contribuir a la revolución liberadora de su país.

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En uno de los relatos ya reflejado en mi libro “Alforja vieja” bajo el título “Tres ciudades y un final… Orán, Túnez y París”, cuento atrocidades del colonialismo. Por una parte, quise partir desde un episodio de una matanza, en la que fueron asesinados mis bisabuelos (hombres y mujeres) con la quema de sus olivares y casas, contada por los viejos del lugar que se escaparon a dicha matanza.

En otra parte y para atraer a la memoria algún episodio más cercano en el tiempo, puse en manifiesto la lucha por la liberación, con la gran matanza del 17 de octubre 1961 en París, cometida por la policía francesa contra una manifestación pacífica, convocada por el Frente de Liberación Nacional Argelino, que desembocó en una represión brutal causando entre 300 y 400 muertos según los investigadores.

Los argelinos no fueron las únicas víctimas, porque la policía intervenía basándose en los rasgos físicos de los transeúntes. Ello significaba que cualquier persona de aspecto mediterráneo fuera detenida, golpeada y asesinada. Algunas de las víctimas fueron arrojadas al Sena. Las personas detenidas fueron trasladadas al Palacio de Deportes, donde sufrieron un trato brutal.

Me siento orgulloso de pertenecer a una familia de luchadores por la libertad y la justicia, y de tener un espíritu rebelde heredado, que implantaron en nosotros como los olivos que les fueron quemados. Pero el colonialista francés nunca pudo arrancar sus raíces, éstas hoy son las almas de nuestros caídos que adornan el Atlas, como lo hacen los de nuestra querida Palestina, adornando la lucha de su héroe pueblo.

La cultura colonialista, es tan dañina para los colonizados como para los colonizadores, me explico; esta cultura lleva al ser humano ser verdugo o víctima, donde solo produce tragedias. Todos hemos leído libros y visto documentales en este sentido. Al contrario que se piensa que el verdugo se beneficia de sus actos, la realidad es que solo cosecha y durante poco tiempo resultados favorables en materia económica o geoestratégica militar. El daño más grande que sufriría a consecuencia del colonialismo, es una enfermedad de deshumanización en su sociedad, que acaba creando grupos violentos de pensamiento de supremacía, que devoran a su propia gente, ya que su fundamento es el racismo, el gran enemigo de cualquier sociedad.

Los habitantes de África han ido padeciendo durante siglos el desprecio y el afán de la supremacía blanca de explotación de recursos, tanto materiales como humanos. Pongo el ejemplo de los soldados del norte de África que sirvieron en los ejércitos de sus ocupantes, que fueron utilizados al servicio de distintos objetivos para sostener a los regímenes colonialistas.

Ejemplos tenemos muchos y para no ir muy lejos, los españoles tienen en la “Guardia mora” con qué recordar. También los franceses con los “Mamelucos” que acompañaron al ejército de Napoleón en su ocupación de España.

En mi relato “Las heroínas, Isabel y Lola” del 2 de mayo, destaco el papel de estas tropas y pongo el foco en la persona del oficial mameluco que se siente engañado por el colonialista, al implicarle en una ocupación como la que sufre su propio país Egipto.

Las explosiones nucleares y las masacres cometidas por la Francia colonial contra los argelinos, aún ensombrecen la vida de los habitantes de Argelia. Sus efectos continúan a pesar del paso de más de medio siglo desde su independencia en 1962. Según estimaciones oficiales, la potencia ocupante asesinó a 45.000 personas, que salieron en manifestaciones para exigir la independencia de su país. En 2016, los medios franceses revelaron la presencia de 18.000 cráneos argelinos decapitados conservados en un museo; de los cuales solo se han identificado a 50 personas. Los argelinos y también sus compatriotas de la diáspora no dejan de pedirle a Francia que «confiese, se disculpe y compense» sus crímenes contra el pueblo argelino bajo el colonialismo francés (1830 – 1962), que incluyen la destrucción de identidad, el saqueo, la tortura, el asesinato y las pruebas nucleares.

Estos hechos que viven en la memoria de los argelinos, han creado un modo literario oral que ha pasado a la literatura escrita y películas, como “La batalla de Argel” o la de “Yamila la argelina” una película histórica sobre una de las figuras más importantes de la historia de Argelia, Yamila Bouhired. Películas muy recomendables de ver, porque reflejan un grado aceptable del sufrimiento de una población que solo quería recuperar su identidad y su libertad; del yugo de una potencia que no deja de ser paradójico que su lema sea “libertad, fraternidad e igualdad”.   

Recuerdo la pesadilla de mi madre la noche que vio la peli de “Yamila la argelina” que nos asustó con sus gritos de: Libertad, libertad… Ella que pudo sentir mucho lo que padecieron sus abuelos, contadas sus tragedias por familiares que vivieron las atrocidades. 

Mis deseos: que nunca un pueblo, tenga que narrar su literatura popular a través de hechos como los que, a lo largo de mi vida, he ido escuchando de mis mayores.

Abdo Tounsi 26 de octubre 2021