Hoy el Nilo ya no es el regalo para Egipto

 

La ignorancia que desplaza al conocimiento

Me cuentan

Me contó ayer en Casa Árabe-Madrid un escritor árabe e hispanista, que allá en su tierra, en nuestra tierra, donde el Nilo la baña de arriba abajo, que las cosas van de mal en peor, que la pobreza es más y la incultura se está apoderando de la mente de la gente, sumergida en las aguas de un mar de ignorancia que los poderosos del país de las pirámides han inundado. El golpe de estado ha hecho que la economía retroceda a peor situación de cuando reinaba el “faraón” Mubarak. Que ya no se pueden imprimir libros, por lo caro que está el papel y que la gente no puede comprar libros a estos precios desorbitados. Y se me antoja pensar mal (piensa mal y acertarás) que al régimen le interesa esto, sin duda. 

El Dr. hispanista sigue narrándome sobre situaciones que solo en la imaginación de un desastre universal del conocimiento se podrían contemplar. Cuestiones tan sencillas como que están en los puestos de responsabilidades personas sin preparación y de pocos estudios, dirigiendo a personas de alta preparación académica. Por lo que las cosas nunca podrán funcionar aunque sean mínimamente aceptables. Esto llevó a mi memoria lo que me contaba hace unas semanas una escritora árabe e hispanista, esta vez del país de “entre los ríos” donde se forjó el Derecho hace más de siete mil años, cuando me recordó que después del desastre de la invasión de su tierra, nuestra tierra, por un mandamases que buscaba la venganza y la destrucción de la riqueza más valiosa del ser humano, el conocimiento, mandando sus tropas a robar y destrozar los museos, mientras protegían el ministerio de petróleo. Pues bien, me acordé de lo que me decía, que los que eran bedeles en la administración antes de la invasión, ahora son generales en el ejército, por el simple hecho de que son de tal o cual Taifa. 

Volviendo al hijo del Nilo, me contó que la comida popular, ya no es, y no porque los ricos se han hecho con ella, sino porque ya es cara para los bolsillos de la gente humilde y que el precio del kilo de carne es el doble que en Madrid, es decir a 16 € el kilo. Lo que más le extrañó es que el nivel de ignorancia ha llegado a tal extremo que muchos de estos que no alcanzan comer carne, justifican la situación, diciendo: “Y qué quieres que haga el gobierno”, en seguida pensé en el “síndrome de Estocolmo”. 

Pasadas unas horas me acordé de la época oscura de Europa, cuando en tan solo un siglo, los astilleros de los Países Bajos, no encontraban profesionales para construir barcos, después de haber sido un punto de referencia en esta disciplina industrial. Fue cuando se quemaban a los libros y a los sabios.

Hoy el Nilo dejó de ser regalo para Egipto y sus aguas se han convertido en un espejismo.  

Abdo Tounsi – TunSol marzo 2016